Cada día es menester nuestro, como hijos de Dios que haya en cada uno de nosotros la disposición de hacer siempre lo que le agrada al Señor, y no hacer nuestra propia voluntad.
Cada día es menester nuestro, como hijos de Dios que haya en cada uno de nosotros la disposición de hacer siempre lo que le agrada al Señor, y no hacer nuestra propia voluntad.