Para vivir y pensar como Cristo, una persona debe dejar que Dios transforme su corazón y su mente. Esto no se logra sólo con el esfuerzo humano, sino con la guía del Espíritu Santo y la instrucción de Su Palabra.
Para vivir y pensar como Cristo, una persona debe dejar que Dios transforme su corazón y su mente. Esto no se logra sólo con el esfuerzo humano, sino con la guía del Espíritu Santo y la instrucción de Su Palabra.